Nació en Tegucigalpa, Honduras, el 26 de noviembre de 1959
Ha realizado estudios de magisterio, periodismo y literatura y fue dirigente estudiantil en los años 70. En 1978 obtuvo el primer premio en la rama de poesía en el certamen literario «Independencia Nacional», auspiciado por el Banco Atlántida.
Es autora de los libros "Porque ningún sol es el último", poesía (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989), "Una cierta nostalgia", narrativa (Editorial Iberoamericana, Tegucigalpa, 1998; Editorial Guardabarranco, Tegucigalpa, 2000) y "Yo, tú, ellos, nosotros. Apuntes sobre la praxis poética y vital de Clementina Suárez", ensayo (PNUD, Tegucigalpa, 2002).
Ha participado en numerosos encuentros de escritores de América Latina, entre ellos, los II, III y IV Encuentros de Intelectuales de México y Centroamérica y el III Simposium de Literatura Escrita por Mujeres en América Latina, realizado en Guadalajara, México en 1993.
Su poesía figura en la antología bilingüe francés-español "Antología de Poesía Hondureña del Siglo XX", Ediciones Patiño, Ginebra, 1997.
Su obra narrativa ha merecido elogiosos comentarios de la crítica hondureña y latinoamericana.
Ha participado en numerosos encuentros de escritores e intelectuales centroamericanos y mexicanos y es editora y miembro de la Cámara Hondureña del Libro.
Una aurora alambrada
La fragua La fragua es dura.
Nos calientan al rojo vivo
y nos golpean sin misericordia.
Bajo el martillo
apretamos los dientes.
Sentimos que la carne
se desprende de los huesos,
nos estiran los nervios,
nos arrancan las vísceras
de sus cavidades.
Pensamos haber llegado al límite
del dolor
o del goce,
de la soledad
o de la borrachera.
Y al otro día
de nuevo nos estremecen
el vacío,
la miseria
y la grandeza humanas.
Somos un poco más libres
porque ya no nos angustia
la pureza.
No nos atemorizan tanto
el sufrimiento
ni el deseo.
Una piedra se estrella
contra el muro
en la noche.
Estando enamorados de imposibles
aseguramos el pan
de los días inéditos.
El túnel
No hay Dios
ni tierra prometida,
dijeron los arcángeles.
Nos han prohibido el paso
en este túnel.
(Se respira un polvillo de cristales
y en el aire
arde una mariposa extraña.)
¿Quién levantó este túnel,
quién lo hizo oscuro
como el miedo
y le colgó a la puerta
este desconocido pájaro?
Son infinitos los mundos,
dijeron los arcángeles
y en todos
la ansiedad tiembla descalza
como una niña ciega.
De todos los temores
el de la soledad
es el más grande.
De todos los dolores,
de los remordimientos,
de los dones.
La soledad es nuestra fuerza,
dijeron los arcángeles.
Con ella
romperemos el túnel.
Andaremos el túnel
para llegar a ella.
La perderemos
para pasar el túnel.
La encontraremos
en el túnel.
Romperemos
andaremos
llegaremos
perderemos
pasaremos
¿Encontraremos?
1 comentarios:
Una aurora alambrada, no sólo disfruté leerlo, es que realmente me fascinó.
Gracias Mari, por sus letras!
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