La literatura centro-americana es muy rica y bellísima, cuando hablamos de una literatura referente a esta región, estamos admitiendo que los escritos de los diversos países de Centroamérica se asemejan, sean por las condiciones climáticas, sean por las condiciones socioculturales.
El poeta, historiador, ensayista, periodista y académico Medardo Mejía (1907-1981) fue uno de los que utilizó seudónimos (Antonio Rumanon, Segismundo Topilzín, Luís C. Martínez) para sus publicaciones.
Medardo Mejía nació en Manto, Olancho en 1907 y se trasladó muy joven a la capital hondureña para realizar sus estudios universitarios. Hombre de ideas revolucionarias encontró su escenario para escribir en el periódico que editaba en Tegucigalpa su coterráneo Froylán Turcios. De espíritu acucioso se dedicó a la investigación de hechos y personajes de nuestra historia, convirtiéndose en uno de los abanderados de una generación de escritores que cambiaron el concepto de relatar la historia por la de analizarla y comentarla para entender sus efectos en el presente y el futuro. Medardo Mejía legó una serie de obras que nos han permitido conocer con más claridad el pasado nacional. Pero Medardo no sólo fue historiador, fue un exquisito poeta y un periodista que fustigaba desde sus columnas a quienes atentaban contra la democracia y los derechos del pueblo. Su muerte en la ciudad que le adoptó como uno de sus hijos se produjo en 1981.
En próximas ediciones haremos referencia de otros famosos hijos adoptivos de Tegucigalpa que después de luminosas trayectorias partieron a las regiones desconocidas e incorporaron sus nombres a las páginas de la historia hondureña.
Relataremos sobre otros personajes que hicieron de Tegucigalpa su segundo hogar, viviendo por muchos años hasta su muerte considerándolos capitalinos porque sus respectivas trayectorias hicieron historia en la noble ciudad que está por cumplir 428 años de existencia en la geografía nacional.
Hoy hemos seleccionado a un artista del pincel, un prestigiado médico, un eminente jurista, un recordado periodista y humorista y un ciudadano emprendedor que dedicó su vida al folclor nacional.
Tradición historiográfica y otros estudios históricos
Medardo Mejía y el proyecto de una historia general de Honduras.
En este trabajo sobre el historiador hondureño Medardo Mejía (1907-1981) es más aproximativo que conclusivo sobre sus aportes a la historiografía hondureña. Se presentan dos de las principales cambios que Medardo Mejía realizo dentro de los estudios históricos en honduras, como la introducción del marxismo y la elaboración de una historia general de Honduras de largo alcance en seis volúmenes. En tal sentido, este trabajo se centra, de una forma crítica, en lo que podría denominarse «el proyecto de Medardo Mejía de producir una historia general de Honduras».
Medardo Mejía , sin lugar a dudas, ha sido uno de los escritores más polifacético y prolífico dentro de las letras hondureñas, quien solía decir de sí mismo que: “Soy un mal historiador que suele escribir muchas páginas históricas y un buen poeta que escribe malos versos”. No obstante, Ramón Oquelí, también escritor, interpretó las palabras de Mejía como: “… una broma resultado de su jovial talante, ya que en efecto escribió buenos poemas y buenas páginas históricas” (Oquelí; 1995, p.157).
Pero es difícil querer definir el desempeño intelectual de Medardo Mejía únicamente como un ensayista o historiador, ya que éste trabajó con muy buen suceso géneros como la poesía, el cuento y el teatro; además, no sólo se formó en el periodismo, sino que lo ejerció con gran acierto. Así, dada su polifacética producción, en este breve ensayo únicamente se realiza un acercamiento a la obra de este autor en cuanto el estudio de la historia de Honduras.
Si bien Medardo Mejía no fue un historiador de profesión, sí fue un intelectual y un cientista social que se dio a la tarea de comprender la sociedad hondureña tanto en su historia como en su momento presente. En ese sentido, desarrolló una especie de sociología de la historia de Honduras que es preciso sistematizar. En tal sentido, este trabajo se centra en lo que podría denominarse «el proyecto de Medardo Mejía de producir una historia general de Honduras».
Medardo Mejía representa en sí mismo, a mi modo de ver, una transición dentro de la historiografía hondureña del paso de una historia factual y política, a una historia de proceso. Como resultado de esta circunstancia, los aportes historiográficos de este autor pueden ubicarse en una triple dimensión. En primer lugar, realiza una especie de biografía política de Honduras por medio del estudio de una serie de personajes sobresalientes de la historia del país, como José Cecilio del Valle, Francisco Morazán, Juan Lindo, José Trinidad Cabañas, Ramón Rosa y Paulino Valladares entre otros; en segundo lugar, representa el único esfuerzo, hasta ahora, de escribir una historia general de Honduras en varios volúmenes; y, en tercer lugar, desarrolla una suerte de historia intelectual del país por medio del estudio y rescate de pensadores como José Cecilio del Valle, Ramón Rosa, José Antonio Domínguez, Salatiel Rosales, Alfonso Guillén Zelaya y Ramón Lobo Herrera.
Bajo estas tres líneas de estudio, Medardo Mejía, como puede verse en su obra, no fue únicamente un investigador de archivos y documentos, sino que buscó más bien reinterpretar la historia de Honduras desde una: “... aguda percepción intuitiva y socialista por estudio y convicción, campesino, obrero y universitario” (Oquelí, 1995, p. 97).
Es durante la década de los cuarenta que este autor inicia el estudio de la historia de Honduras, y como él mismo lo expresó:
“A la Historia de Honduras le entré por el lado de don Juan Lindo, quien fue un desvergonzado con talento, para poner de relieve que hoy tenemos desvergonzados tontos. Don Juan siempre estuvo allí donde estaba el poder, porque tenía sus mirajes. En el Rimado de Paribusnos casi está definido don Juan Lindo (....)”.
Al libro Don Juan Lindo le siguió otro titulado: El general Trinidad Cabañas, soldado de la República Federal, en el cual plantea la polémica sostenida por Fernando Ferrari, quien estaba interesado en probar que Guardiola, su pariente, era mejor que Cabañas, porque Guardiola había defendido a Honduras y Cabañas la había atacado con fuerzas salvadoreñas, aparte de que Cabañas había entregado el país a los Estados Unidos y había sido aliado de William Walker. Todo esto fue refutado a satisfacción del público, además de que Mejía pudo ver con más claridad como una gran potencia iba penetrando en el país en la era de los ferrocarriles. Acerca de su producción intelectual en temas de la historia hondureña, Mejía refería que:
“Además publiqué varios ensayos en la Revista de Guatemala de Luís Cardoza y Aragón y en otras: “Capítulos Provisionales sobre Paulino Valladares”, “José Antonio Domínguez y el Himno a la Materia”, ”Alfonso Guillén Zelaya en la Ruta de la Dialéctica”, “Salatiel Rosales, Director de El Éxodo”, en Guatemala, desgraciadamente perdido” (Cfr. Salinas, 1991, p. 65 ).
Sin embargo, es hasta finales de la década de los cincuenta e inicios de los sesenta cuando en la obra de Medardo Mejía se observa claramente un viraje teórico en la forma de comprender y analizar la historia de Honduras, al asumir el marxismo como teoría y metodología analítica.
Claramente este autor tomó conciencia durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo XX, que dentro de la historiografía hondureña se requería de una nueva obra de la historia general de Honduras; de esta manera, los textos de Vallejo, Canales y Durón, aun cuando se reconocían sus aportes, resultaban insuficientes para poder avanzar en la compresión del pasado hondureño. Sobre este punto, con respecto a la obra de algunos de historiadores que le precedieron, Medardo Mejía expresaba lo siguiente:
“El Dr. Antonio R. Vallejo fue un erudito. Tenía que serlo: su base cultural era enorme. Fue uno de los pioneros más activos y eficientes de la Reforma. Él organizó el Archivo Nacional trayendo cargas de expedientes de los departamentos a lomo de mula. Él fue el demarcador teórico de las fronteras hondureñas, con documentos a la vista. Él empezó a publicar la historia social de Honduras.
Y escribió tantas cosas, que debía haber un Archivo Vallejo. Desgraciadamente las ratas humanas que lo destruyen todo, quizás hayan evitado esa posibilidad.
El Dr. Rómulo E. Durón es otro gigante en el medio. Cuanto se sabe de historia de Honduras, se le debe a Rómulo. Bosquejos, breves historia, biografías, semblanzas, artículos, sobre qué no escribió. También debía haber una biblioteca con sus obras que se llamara Biblioteca Rómulo E. Durón.
Una vez Paulino Valladares —hombre muy aficionado a la historia— pidió en un artículo publicado en La Estrella de Granada, Nicaragua, que don Félix Salgado fuera ahorcado en la plaza pública por falsificador de la historia nacional.
Se refería el periodista a que don Félix decía en su “Historia de Honduras” que el golpe de Estado de Manuel Bonilla en 1904, no había sido tal golpe, sino apenas un susto que don Manuel le había querido dar a los diputados liberales encarcelados en la Penitenciaría varios años. Don Félix —maestro de juventudes, muy querido en los centros colegiales— fue un historiador conservador” (Cfr. Salinas, 1991, p. 67).
Para Medardo Mejía, la obra historiográfica de estos estudiosos respondía a un enfoque histórico positivista de acontecimientos, fechas y personajes, el cual buscó superar. En ese sentido es que Mejía se dio a la tarea de producir una nueva historia general de Honduras que, de acuerdo con él mismo, pretendía que fuera bajo un enfoque dialéctico-interpretativo, con una visión objetiva, documental y que se materializara en 10 tomos, con el fin de tener una visión panorámica del proceso histórico nacional:
“Hacía poco había regresado de Europa, trataba de instalarme como abogado en ejercicio profesional en San Pedro Sula, cuando Julio Yacamán, dueño de la librería Atenea, me habló de la conveniencia de publicar una historia de Honduras que dejara el método descriptivo para adoptar el crítico. Me gustó el punto de vista de Yacamán y nos pusimos a trabajar. Él proveía y yo redactaba. Publicó dos pequeños tomos, uno precolombino y otro del descubrimiento, que gustaron mucho. Para afianzar el empeño, celebramos un contrato con ventajas mutuas. Al año siguiente murió Yacamán y yo abandoné el proyecto. De esto hace más de diez años, de modo que el contrato llegó a la prescripción. Tengo de Julio el mejor recuerdo, era un hombre excelente.
Mucho tiempo después llegamos a un convenio con el rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, licenciado Jorge Arturo Reina, que ha dado este resultado. Queda a cargo de él la publicación” (Cfr. Salinas, 1991, p. 66).
Asimismo, expresó que su interés por escribir una historia de esta naturaleza respondía a una cierta demanda ciudadana por contar con un conocimiento histórico imparcial y objetivo que no fuese escrito ni por los vencedores, ni por visiones partidarias o maniqueas:
“Desde que aparecieron los dos tomitos, los estudiantes de secundaria, los maestros, los universitarios, los profesionales, siempre me están preguntando que `cuando va a salir la historia´. Pero los que preguntan con más insistencia son los obreros, porque éstos tienen gran confianza en que yo sí les voy a decir la verdad sobre lo que ha pasado en este país. De modo que estos diez volúmenes son de los hondureños y para los hondureños” (Salina, 1991, pp. 65-70).
Especialmente, es en esta obra de la historia general de Honduras que Medardo Mejía se inscribe dentro de los estudiosos de la historia que asumen la célebre tesis de Karl Marx: «Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; se trata de cambiarlo», que hace virar la Tesis Feuerbach. Los dos enunciados del célebre de Karl Marx inspiraron a los historiadores marxistas.
La mayoría de los intelectuales que se adhirieron al marxismo a partir de la década de 1880 —entre ellos los historiadores marxistas— lo hicieron porque querían cambiar el mundo, junto con los movimientos obreros y socialistas; estos movimientos se convertirían, en gran parte bajo la influencia del marxismo, en fuerzas políticas de masas. Esa cooperación orientó naturalmente a los historiadores que querían cambiar el mundo hacia ciertos campos de estudio —fundamentalmente la historia del pueblo o de la población obrera—, los cuales a pesar de que atraían naturalmente a las personas de izquierda, no tenían originalmente ninguna relación particular con una interpretación marxista. Sucedió lo contrario cuando a partir de la década de 1890 esos intelectuales dejaron de ser revolucionarios sociales, pues a menudo también dejaron de ser marxistas.
La revolución soviética de octubre de 1917 reavivó ese compromiso. Recordemos que los principales partidos socialdemócratas de Europa continental abandonaron por completo el marxismo sólo en la década de 1950, y a veces más tarde. Aquella revolución engendró además lo que podríamos llamar una historiografía marxista obligatoria en la URSS y en los Estados que adoptaron luego regímenes comunistas. La motivación militante se vio reforzada durante el período del antifascismo.
A partir de la década de 1950 se debilitó en los países desarrollados —pero no en el Tercer Mundo—, aunque el considerable desarrollo de la enseñanza universitaria y la agitación estudiantil generaron en la década de 1960, dentro de la universidad, un nuevo e importante contingente de personas decididas a cambiar el mundo.
El punto central de la teoría marxista de la historia es que el fin de la historia no es la interpretación, sino la transformación de la sociedad, ya que «la historia es la transformación de la naturaleza humana». Es la sociedad quien hace la historia, pero en función de dar respuestas a problemas concretos; la historia entendida de esta forma debe centrarse en el análisis del modo de producción existente en cada etapa de su desarrollo.
Marx introdujo conceptos básicos sobre los que debe centrarse la investigación histórica y estos son los conceptos que Medardo Mejía emplea en su proyecto de interpretación de la historia de Honduras en una obra general. Al respecto expresó:
“He realizado una investigación dialéctica partiendo del hecho de que América, y por lo tanto Honduras, es un producto de la Edad Moderna, y sin olvidar que este producto sirvió como antecedente de la gran acumulación original del capitalismo mundial. Así, las cosas se ven de otro color” (Cfr. Salinas, 1991, p. 67).
La labor historiográfica de Mejía es cimera y amplia, tal como puede verse en lo seis tomos de la Historia de Honduras que fueron publicados póstumamente, gracias al esfuerzo del entonces director de la Editorial Universitaria de la UNAH, Óscar Cerrato. Esta publicación constituye, hasta el presente, el primer esfuerzo de largo alcance por ofrecer una visión enciclopédica de la historia nacional. El primer volumen salió en 1984 y el último en 1992. Para Ramón Oquelí, en el trabajo de Medardo Mejía:
“... como en toda su producción se manifiesta el genuino patriotismo del literato, del universitario que jamás olvidó —más bien lo vivió intensamente— su origen campesino. Así como la amplitud de criterio con que, sin ceder un ápice a la firmeza de sus convicciones, supo comprender posiciones no coincidentes con la suya, superando el exclusivismo tan arraigado en nuestra vida intelectual. En este sentido es significativo el último capítulo con que concluye su Historia, dedicado al papel de la iglesia en la liberación y engrandecimiento de Honduras” (Oquelí:1984).
No cabe duda de que en Honduras, hasta ahora, esto seis tomos representan el único proyecto realizado de una historia general de largo alcance, tanto en volumen como con un enfoque propio de concebir la historia. Para el autor la realización de este proyecto representaba el mayor esfuerzo de investigación y de producción dentro de su quehacer intelectual:
“Es la obra que me ha llevado más años: que más angustias me ha dado; que me ha sacado más canas. Son diez volúmenes que consideraría mi obra fundamental, si de repente no se me ocurriera algo que gracias llegara a diez páginas para dejarlo grabado en mármoles. No pierdo la esperanza” (Cfr. Salinas, 1991, p. 67).
Es de tomar en cuenta que éste es un esfuerzo, hasta cierto punto, inacabado, ya que el autor no logró revisarla en su versión editada. Si bien la obra tiene muchas opiniones del autor sobre varios hechos históricos, el trabajo puede ser visto por un lado como un esfuerzo de reinterpretar la historia de Honduras a partir de la historiografía existente y, por otro, como una adecuada selección de lecturas y documentos sobre la historia de Honduras. Más aún, no es una obra proporcional en el tratamiento de los temas y periodos, porque de hecho no hay balance en el desarrollo de cada uno de los volúmenes; así, mientras la época precolombina y colonial las trabaja en un solo tomo, dedica un tomo completo a la independencia de Centroamérica con respecto al dominio español y asignó otro tomo íntegro al gobierno de Francisco Morazán como gobernante de la Federación Centroamericana.
En cuanto la periodización, mantiene los grandes períodos de las otras historias generales: precolombino, colonial e independiente, pero con particular énfasis en el estudio de la reforma liberal. Al respecto expresó:
“En Precolombina, Colonial, Independiente, de la Reforma Liberal y del Siglo XX. Así la he dividido, aunque también pude dividirla así: a) Antes de Colón; b) Dominación colonial española (siglos XVI, XVIII, XVIII más dos décadas del XIX; c) Dominación semicolonial inglesa (siglo XIX); y d) Dominación neo-colonial norteamericana (Tratado Hay-Pauncefote, Pactos de Washington de 1907, Tratado Chamorro-Bryan, en lo que afecta a Honduras, Pactos de Washington de 1923, más la cadena de conferencias panamericanas, tratados y convenios que aseguran la dominación, sin olvidar los enclaves mineros y bananeros, las agencias de los grandes bancos y empréstitos” (Cfr. Salinas, 1991, p. 67).
Como puede verse, si bien Mejía pretende un enfoque marxista de la historia no una utiliza los modos de producción como criterio de periodización histórica, esto probablemente se debe a que desde el enfoque marxista mismo que emplea, su objeto de estudio no es la base económica sino la superestructura, por lo tanto el sujeto de su narración histórica es el Estado y la política. Por lo que, en esta obra, Mejía expone con frecuencia estrechos prejuicios de clase no observados o no comentados por otros estudiosos de la historia.
Para Alfredo León Gómez, la obra de Medardo Mejía tiene una característica importante:
“Aflora en ella a cada paso la crítica constructiva, el comentario oportuno, la interpretación lógica y nacionalista de los hechos. Deja de lado la deformación y la desfiguración que corrientemente se ha realizado en nuestro país del devenir histórico. Todo se ha analizado conforme conviene a los grandes intereses, dejando como orillados la conveniencia y el beneficio de la nación” (León, 1984).
También, con respecto al primer tomo, León Gómez destacó lo siguiente:
“Narrado en lenguaje conciso, veraz y ameno, el tomo comprende en su primer parte la época de Copán y los mayas y la Confederación Maya Tolteca. En la segunda parte están incluidos la Colonia, la Revolución Anticolonial, la Constitución de Bayona en 1808 y la Influencia de Napoleón en la independencia de América. Se extiende, pues, en este tomo desde el periodo indígena precolombino hasta 1823, fecha de la segunda acta de independencia firmada en Guatemala el 11 de julio…”.
Medardo Mejía, al analizar los hechos del periodo colonial, lo hace con criterio científico, utilizando sus conocimientos profundos en los campos de la filosofía, la economía, la sociología y la historia comparada. Figuran en ese capítulo los adelantados, gobernadores, virreyes, capitanes generales, audiencias, intendencias; asimismo, el régimen jurídico, leyes de la metrópoli, municipio colonial, cabildos, régimen fiscal, el comercio, importaciones y exportaciones, el comercio negrero, depreciaciones de los piratas y corsarios, minería, agricultura, ganadería, cultura, iglesia, etc. En fin, los más diversos aspectos de este periodo de la vida hondureña tan poco conocidos, tal como lo señala León Gómez:
“La revolución anticolonial se describe con detalle y con observaciones cuidadosa. Los sucesos europeos que contribuyeron a la independencia, como las guerras napoleónicas y la revolución francesa, se narra haciendo énfasis en los hechos más significativos. Hay, a través de todo el texto, la sabiduría y la profunda penetración de análisis de quien domina el campo de la historia de la política y de la economía” (León, 1984).
Según José Francisco Martínez, en estos seis volúmenes Mejía logra:
“… una visión del mundo, unificada y única. Hay un hilo conductor finalista en su interpretación de la historia. La historia posee en Medardo Mejía una verdadera filosofía de la misma, cuyo substrato sostiene un andamiaje lógico y evolucionista de las fases y momentos sobresalientes… Además de que la mayoría de sus obras se sustentan en un contenido histórico caracterizado por el tratamiento y la recreación imaginaria de la misma historia, ya sea en un contexto prehispánico o en la herencia colonial, figura en lugar destacado su aporte a la historia hondureña con sus obras fundamentales, al margen de la perspectiva dialéctica que les imprimió” (Martínez, 1987, pp. 273-274).
Sin embargo, como lo ha expresado Segisfredo Infante:
“Don Medardo Mejía, aunque coqueteaba constantemente con el dogmatismo derivado de los manuales del materialismo histórico marxista, supo, sin embargo, ser un pensador profundo y encantador que podía (cuando él así lo deseaba) escudriñar con ojo de águila imparcial lo mejor de la producción política e intelectual de Honduras y América Central. A su encanto fraguado en el pensamiento humanista de todos los tiempos, solía añadir la ausencia casi absoluta de mezquindad” (Infante, 2007).
En resumen, podemos reiterar, sin lugar a dudas, que Medardo Mejía nos ha legado un primer esfuerzo por contar con una amplia historia general de Honduras que hasta ahora no ha sido emulado por ningún historiador o equipo de trabajo.
7 comentarios:
Quiero saber cómo dibidio la historia de Honduras
Quiero saber los periodos en que el Lic. Medardo Mejia divide el Estado de Honduras
Hola
Busque en internet
hola buenas tardes todo bien?
Muy buena la historia
Hola quiero saber algo del cuento Máximo Guardado de Medardo Mejía
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