Nació en Tegucigalpa el 26 de octubre de 1929. Allí ejerció el periodismo en el diario El día y en la redacción de la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
La más clara cualidad de Pompeyo del Valle reside, precisamente, en su sencillez, en la diafanidad de su lenguaje, con esa sensación de creerse, y ser, en todo momento, poeta. Desde su primer libro, La ruta fulgurante, de fuerte acento revolucionario, la vitalidad y el optimismo, en cualquiera de los temas tratados, son características de su poesía. Con Óscar Acosta, publicó igualmente una recopilación de poemas de varios autores sobre Exaltación de Honduras.
Obra publicada:
Poesía: La ruta fulgurante (1956, publicado con el pseudónimo de Adán Marino); Antología mínima (1958); El fugitivo (1963); Cifra y rumbo de abril (1964); Nostalgia y belleza del amor (1970); Monólogo de un condenado a muerte (1978); Ciudad con dragones (1980); Duración de lo eterno (1989); Poemas escogidos (1989) y El encantado vino del otoño (2002). En 1991 se publicó Pompeyo del Valle (Antología).
Cuento o relato breve:
Retrato de un niño ausente (1969); Los hombres verdes de Ula (1982) y Una escama de oro y otra de plata (1989).
Ensayo:
Sentido de la fuerza de Ramón Rosa (1976); El hondureño hombre mítico (1977) y Comer y beber en Honduras (2002).
Pompeyo del Valle, soy un poeta terco
Contradijo la ya conocida ideología de algunos poetas, incluso de aquellos que surgieron antes de Neruda y García Lorca, y de los que desafían los nuevos tiempos. La típica imagen del escritor que se esconde tras la “facha” de un hombre rebelde, de barba descuidada, harapos en lugar de ropa y un misterioso caminar, no comulga con la mística de Pompeyo del Valle.
Creció en los callejones de la antañona capital de Honduras, hijo de Carlos del Valle y Soldevilla y de Carmen Moncada Rivera, pertenece a la generación literaria de los años 50. La misma que ha visto los frutos de hombres de la talla de Óscar Acosta, José Adán Castelar, e incluso Clementina Suárez. Ellos, han sido partícipes de sus ideales, también de las que podrían llamarse rebeldías; esas que le hicieron ganarse, algún tiempo, la prisión.
El poema de su vida. Pompeyo del Valle es poeta y ensayista. Por varios años fue reportero del diario “El Cronista” y redactor de planta de “El Día”. También fue director y locutor del espacio “Meridiano” que se transmitía por Radio América. Además, director de la revista de la Universidad Nacional Autónoma de Hondura y de “El gato negro” magazine de narraciones, sucesos extraordinarios y novedades.
En el transcurso de su vida, ha recibido distinciones, premios y reconocimientos por sus aportes a la literatura y a la cultura. Entre ellos destacan el premio de literatura Ramón Rosa, el premio de Narrativa de la UNAH otorgado por su libro “Los hombres verdes de Ula” y hoja de Laurel de Oro de la Secretaría de Cultura.
En agosto de este año recibió un homenaje por los cincuenta años de su libro de poesía “La ruta fulgurante” brindado por sus amigos escritores y los nuevos talentos literarios.
“Si algo hay de trascendente en la poesía de Pompeyo no son los artificios, la pirotecnia verbal, la imaginaria vacua o el fácil desenfado con que muchos construyen su retablo de las maravillas, sino la genuina e inclaudicable acción de un ser humano que abre su corazón para ayudar a otros a vivir” expresa Samuel Trigueros en el discurso ofrecido en el homenaje a Pompeyo del Valle.
Y así lo confirma su poesía “comprendo que esto tiene que ser así. No debemos olvidarnos de la alegría. A pesar de todo y sobre todo tenemos que ser fuertes para reír y para crecer en la dulzura. Y sobre todo ser sencillos, ser como deben ser los hombres limpios: ser claros y luminosos como la lluvia que trabaja alegremente como un gran corazón enamorado”.
Esa es la vida, dice Pompeyo del Valle, tuve la dicha de escribir en un tiempo en el que debíamos tener esperanza, la misma que ahora no pueden encontrar los nuevos poetas “y si usted se fija encontrará que escriben a la fatalidad, con pesimismo, no hay fe, ni esperanza en muchos de los mensajes de este tiempo”.
Ya no hay románticos. Nadie espera vivir económicamente de la poesía, aunque sí se puede vivir para ella, eso lo comparte Pompeyo y asegura que durante cincuenta años, ha procurado mantener la calidad de sus obras “por muy hostil que sea el ambiente para los poetas, pues cada día es peor, no se debe bajar la calidad, pues ocurre en todas partes, aún en los países más desarrollados, donde entre más avances tienen son menos aptos para abrir campo a los poetas”, comenta.
Parece haber llegado a su fin lo que en términos populares se le llama “musa de la inspiración” o lo que Pompeyo describe como mito, el mismo que en su tiempo se cifraba en la esperanza de ver un cambio social, épocas en que se lograron las grandes reivindicaciones para la humanidad en general.
Pompeyo considera ahora que el amor se ha cambiado por un concepto erótico, donde las parejas ya no se aprecian, ni se estiman, donde lo primero que llega es la relación sexual, luego se define “si estás enamorado, yo por eso, sigo escribiendo poemas de amor, sigo siendo terco”.
No aprecia a aquellos que hablan “bonito” y luego cometen actos repudiables, “lo que uno escribe debe ser congruente con lo que hace”; y sus obras hablan de libertad, lucha infatigable y esperanza, esto en algún momento le llevó a tener opositores, también en la cárcel, en el tiempo de Julio Lozano Díaz. La cárcel llegó en dos ocasiones, en la primera fue acusado por el artículo que había hecho otra persona, y le señalaron como promotor de querer desestabilizar al Estado de Honduras.
Ahora, Pompeyo del Valle, tiene la seguridad de ser un escritor que no vive para el momento, de que sus obras perduran y de que el mensaje seguirá impreso, tanto como su amor por su familia y por la cultura hondureña.
Libros publicados. En poesía han destacado: “La ruta fulgurante”, “Antología mínima”, “El fugitivo”, “Cifra y rumbo de abril”, “Nostalgia y belleza del amor”, “Monólogo de un condenado a muerte”, “Ciudad con dragones”, “Duración de lo eterno”, “Poemas escogidos”, “El encantado vino del otoño” y “Piano de cola en el mar”. En narrativa cuenta con: “Retrato de un niño ausente”, “Los hombres verdes de Ula”, “Una escama de oro y otra de plata”. Dentro de los artículos y ensayos: “El hondureño, hombre mítico”, “Comer y beber en Honduras”. Muchas de sus obras se han traducido al inglés, ruso, francés y chino.
5 comentarios:
Muchas gracias por dar a conocer la trayectoria literaria de mi padre! El vivirá siempre en el legado que dejo a su amada Honduras,y en el corazón de quienes lo conocieron y lo amamos y amaremos siempre. Muy agradecida
en google haga que la biografia se busue facilmente
joder que gran historia
Muy excelente la historia me hizo reflexionar mucho sobre el verdadero amor ; gracias
𝙿𝚟𝚝𝚘 𝚚𝚞𝚒𝚠𝚗 𝚕𝚘 𝚕𝚎𝚊
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