Marco Antonio Madrid


Marco Antonio Madrid (Honduras 1968). Licenciado en Letras con especialidad en literatura, egresado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Se ha desempeñado como profesor de filosofía y letras en distintas universidades del país. También se ha desempeñado impartiendo talleres de literatura especialmente en sectores con riesgo social. Sin embargo, su labor docente la ha desarrollado principalmente en el departamento de letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el valle de sula (UNAH-VS).

Ha publicado su poesía en periódicos y revistas literarias del país. Además, su trabajo poético ha sido referenciado en antologías centroamericanas e hispanoamericanas.

Libros Publicados:

La Blanca Hierba de La Noche. (Poesía)

La Secreta Voz de las Aguas. (Poesía)

EJEMPLOS DE SUS OBRAS

Más Allá de las Furias

En vano será el afán

buscar otros nombres. De una vez para siempre

es Orfeo quien canta. Viene y se va.

(Reiner María Rilke)

Habrás llegado tú, tierna Eurídice,

limpia ya de toda sombra.

Habrás llegado a palpar las llagas del vencido.

En las frías alamedas, mi cabeza

es tan sólo la lejana contemplación de algún astro.

Me defiendo de la noche

tratando de esquivar la marea de esas hojas

que el viento arrastra hasta mis ojos;

el agua estallando en la osamenta del mundo

es tan frágil en mis huesos.

La lluvia cae, y mi mano

roza la piel de algún camino.

Nada soy entre infectadas amapolas,

sobre está corriente humana

que se hunde en el tedio de la urbe.

Entre el asfalto y la vendimia,

sobre la crueldad del fiero mármol,

no escucharé, el dulce canto de la lira.

El fuego lunar de las Ménades ha gastado estos muros.

Devastados los imperios,

muero y sueño junto a la rumor espeso de los siglos.

Muero en el sueño de esa boca núbil

que ardorosa remonta la corriente

y me llama y me sueña.

El amor une en ti mis pedazos, tierna Eurídice,

limpia ya de toda sombra.

(De La Blanca Hierba de la Noche)

ICARO

No escuches el esplendor de ese cielo.

Tu destino está junto al polvo de este sueño.

Voraz es el camino donde el hombre

ha perdido su inocencia.

Nadie asciende con una mancha de limo

en su costado.

(De La Blanca Hierba de la Noche)

VIENTO DE MAYO

Hoy la nostalgia tiene el color

de estos barcos que han vuelto

para morir en la soledad de los muelles.

Hoy es mayo, hace frío y el viento

esparce la lluvia de ayer que ha quedado

prendida en las hojas de un árbol.

Yo escucho el agua que vuelve,

la gaviota que cruza como un pensamiento

lejano, yo escucho la tierra y el rencor

y el silencio que muerde el corazón

de la niebla, la bandera de un sueño

y su amarga ceniza

y quisiera un fuego, una hoguera

para incinerar la tristeza, una brizna

de ti junto a este mar de la infamia.

Pero sólo escucho el golpe del agua entre el cielo

gris de las piedras.

Y entonces dejo fluir tu nombre en mis labios

como un río lejano, como esa lluvia

de ayer, como este viento de mayo.

(De La Blanca Hierba de la Noche)

EL OTRO RIO.

Otras aguas corrían bajo las aguas, otro era el rio. Anagnórisis, Tomas Segovia.

La gavilla de halcones y la serenidad de su vuelo

bajo un cielo imborrable.

Los ríos que bajan de las altas montañas y el sol

que extrae su oro

de ese nicho de rocas donde hermanan sus aguas.

Hay un árbol donde una gota del viento se dispersa

y luego se repite sin memoria.

Hay una yedra que viene del fondo, como un tejo gris,

como un dolor, como una escama de siglos empotrada

en el oscuro dorso del agua;

entre la tarde y las zarzas, una res muerta y devorada

por las aves; un cansado canto de cigarras esperando

la imposible tormenta; las casas de adobe y paja como cactus

sobre la duna sangrante de los días; un pescador y su cordel

y su plomada; la mantis o mamboretá y ese insecto que dura

tan sólo una tarde y luego muere entre las hojas de un guamo.

Tarde del verano donde tierra abajo solo queda un surtidor;

un delirio de siemprevivas; unas hojas de berro en la única

y casi imperceptible corriente.

Un largo brazo de luz recorriendo los páramos.

Río de la luz y de las tumbas donde un hombre desciende

no para mojar dos veces

su talón en la corriente

sino para abrevar su vida,

sino para abrevar su muerte.

¿Dónde esta la herida por donde sangran el pedernal

y la obsidiana,

la secreta voz de la doliente tierra,

el venero de las cambiantes aguas?

Río del fuego y de la sombra,

río de la sombra y del fuego transparente de la llama donde el amor escampa a la linfa dolorosa de un recuerdo.

¿Qué lenguas descifran los arcanos de tu soledad?

¿Qué fuerzas explican los signos de tu transcurrir,

de tu nacer,

de tu morir?

El sol y el oro de su tarde; día de verano

donde una gavilla de halcones bate su vuelo

bajo un cielo imborrable.

Día del verano cuando las hora, como volutas

de fuego se hunden, en el aire apacible de marzo.

(De La Secreta Voz de las Aguas)

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